ORACIÓN DEL EDUCADOR Educar es un reto que debe asumir toda la sociedad que desea afrontar con acierto la frontera de un final de siglo que, para bien o
para mal, va a significar una maravillosa aventura para quienes
tenemos la fortuna de vivir esta hora apasionante de la historia.
Educar es ayudar a que el ser humano desarrolle adecuadamente sus enormes posibilidades. Conviene saber que educamos más a través de lo que somos y de lo que sentimos, que con todo lo que decimos o explicamos.
Educar es aconsejar sin oprimir, prevenir sin atemorizar; ofrecer alternativas de humildad, sencillez y prudencia. Educar es hacer a los niños seres libres, capacitados para actuar de
acuerdo a sus convicciones, de tomar decisiones sin sentirse
coaccionados por la ideologías del momento.
Educar es dar sentido a la vida, dignificándola. Es humanizar y
espiritualizar. Es un largo y complejo proceso que supone un intenso
aprendizaje, con aciertos y errores, con alegrías y decepciones, con
constantes altibajos.
Educar es actuar, estar cerca, compartir, acompañar de una manera
racional y lógica al niño. Es un hecho técnico, científico, pero que
administrado con amor, se convierte en una experiencia
sumamente creativa y estimulante.